No pasa un día sin que la paren en la calle para pedirle consejos. Ana Durán (74) tiene todos los condimentos de una abuelita tradicional y, a la vez, es un fenómeno mediático muy moderno. Es la voz de la experiencia a la hora de dar los mil y un consejos para el hogar, utilizando recursos simples, de la vida cotidiana, pero además maneja redes sociales y hasta su propia página web, donde interactúa con sus seguidores como una gran internauta.
Junto a su marido, "El Negro”, tiene siete nietos, tres de ellos viven bajo su mismo techo, en una acogedora casa en Parque Miramar, y los cuatro restantes, residen fuera del país. Los momentos de reencuentro suelen ser en el verano, y son los más esperados del año. Junto a sus nietas mujeres, Inés (25), María (25), Elena (19), Francisca (17) y Lali (13), Ana abrió por primera vez las puertas de su casa y mostró cómo vive los reencuentros con su familia.
—¿Cada cuánto se reúne con sus nietos?
—No tan seguido como quisiera pero no me quejo, sé de abuelos que pasan mucho tiempo sin ver a sus nietos, me considero una bendecida. Tres de mis nietos viven con nosotros, lo que hace que nos mantengamos muy actualizados. No nos aburrimos nunca. Los demás viven en el exterior: José María(24) trabaja en Houston, Elena está entrando a su segundo año en Santa Clara, Universidad Católica en California, estuvo casi dos meses en casa antes de entrar en la Universidad y fue maravilloso tenerla y que se llevara el recuerdo de haber vivido con sus abuelos. Hizo amigos y aprendió mucho. Disfruté mucho de sus charlas cuando volvíamos juntas de nuestros trabajos, es muy madura, divertida y graciosa.
—¿Siente que se pierde muchas cosas al tener a sus nietos lejos?
—A veces me asusta pensar, Elena se fue con 18 años, pero tenemos que aceptar que son ciudadanos del mundo y es muy bueno que puedan hacerlo. Francisca y Lali están en Buenos Aires por trabajo de su papá, pero seguramente en unos meses vuelvan a Houston. Ya Francisca está planeando su futuro, lo que quiere hacer, creo que estudiará en Europa aunque ya está teniendo respuestas de otras Universidades en EEUU. Lali está en secundaria, es muy deportista, con una personalidad fuerte, eso me encanta, las mujercitas de hoy te asombran. Damos gracias a Dios por haberlos podido tener a todos este verano.
—¿Suele viajar a verlos?
—Siempre que el trabajo me lo permite. Trato de estar para las graduacionnes, para los acontecimientos o momentos de sus vidas que son importantes para ellos, el tema es que tengo que dejar mis programas grabados y es un trabajo grande en el que tengo que pedir ayuda a mucha gente, tanto en producción como en el estudio, para dejar todo ordenado y viajar tranquila. Siempre lo logro, en Canal 10 siempre nos apoyan. Y en mi restaurante Mandarino es más fácil ya que somos tres socios, Martín Schwedt, Francisco Morettiy yo. Eso facilita que podamos irnos cuando necesitamos hacerlo.
—¿Cómo son los reencuentros familiares?
—Es difícil de explicar. Desde unos días antes comienzo a vivir el reencuentro, a pesar que nos escribimos seguido, nada se compara a poder abrazarlos y verlos, escucharlos, saber cómo se sienten, cómo están y hacia dónde siguen sus desafíos, proyectos y, por qué no, sus frustraciones. Siempre me gusta darles un consejo de abuela. Yo sigo escuchando lo que recibí de mis padres y abuelos.
—¿Cuál se parece más a usted?
—No sabría decirte, son todos muy diferentes.
—¿Qué disfrutan juntos?
—Yo disfruto todo, en Navidad y días posteriores, que milagrosamente los tuvimos a los siete en casa, verlos, escucharlos y que vivan en casa sintiendo que es la de ellos es muy lindo. Me gusta también tener momentos a solas con cada uno, porque ahí puedo opinar “a calzón quitado” como decía mi abuela. Con Patricio(23), nuestro otro nieto varón, hermano de las mellizas, lo he logrado recién desde el año pasado, porque salimos a trabajar juntos todos los días, él maneja, lo que me da mucha paz, porque cada vez me gusta menos hacerlo. Si bien no es muy conversador, me encanta escucharlo y ver cómo está. Pregunto mucho y recibo sus respuestas con mucho interés. Es sereno, conciso, me gusta ese viaje de cada día.
—¿Les gusta cocinar?
—Sí, les gusta tanto a las chicas como a los varones. No tienen mucho tiempo porque trabajan casi todos y estudian mucho. Josemita al vivir solo se las arregla muy bien, manda fotos de lo que se prepara y no está nada mal. Patricio llega a casa de Facultad muy tarde y se cocina sin problema. Las chicas se cuidan, comen muy sano y les gusta armarse sus viandas de cada día.
—¿Les enseña a cocinar y les transmite sus conocimientos?
—Aprovecho los momentos cuando se presentan. Estuve en diciembre unos días en Buenos Aires y Francisca me pidió que hiciéramos arroz con leche juntas, nunca quedó más rico. Lali cumplía sus 13 años en esos días, así que hicimos una torta de chocolate para el colegio y un bizcochuelo con muchas frutillas y crema para su casa. Me encanta tenerlas cerca en la cocina. Mis hijas, Graciana y María Inés,cocinan muy bien así que los chicos están acostumbrados a verlas en la cocina.
—¿Usted de dónde obtuvo todo ese aprendizaje que ahora lo transmite como consejos?
—De mi madre, de mis tías, consejos y trucos de las abuelas. Las mujeres de mi familia hacían de todo y siempre con esas caras de placer y alegría por tener que hacerlo. Para ellas todo era fácil, eran otros tiempos. En esa época eran amas de casa tiempo completo.
—¿Cómo hace para que todos sus conocimientos perduren?
—Estoy siempre dando soluciones y seguramente si lo que digo te sirve ya es difícil olvidarlo. También hay libros, los fascículos de El Observador, hay mucho material allí.
—Tiene su página web donde comparte experiencias con sus seguidores. ¿Responde usted misma todas las consultas?
—Sí, trato de que no queden respuestas pendientes. Tengo ayuda pero a veces son respuestas puntuales (Ejemplo: Vestido de gasa azul con bordado de canutillo manchado con vela) y no las clásicas de todos los días, en ese caso las respondo yo. Además de la web, recibo consultas a través de la tele, las charlas, en Mandarino, en la calle. Siempre llevo papel y lapicera porque en el momento menos esperado lo necesito para escribir una receta.
**Esta nota fue publicada en la edición Febrero de CARAS Uruguay.



