viernes 25 de abril del 2025
NUEVA EDICIóN 31-03-2025 15:09

Victoria Rodríguez: "Me siento poderosa cuando logro mi mejor versión"

Victoria Rodríguez, comunicadora, actriz y artista plástica, reflexiona sobre el verdadero significado del poder femenino, la autonomía económica y la importancia de la amistad. En una conversación sincera, comparte su visión del éxito, el amor y los desafíos de la mujer en la actualidad.

En el marco del mes de la mujer, CARAS invitó a Victoria Rodríguez, comunicadora, actriz, artista plástica y mamá, a compartir una producción y una charla sincera sobre temas como el empoderamiento femenino, la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, la autonomía económica para ser más libres, el amor de pareja, el vínculo con sus hijos y la importancia de la amistad. Y, en definitiva, de lo orgullosa que se siente de la mujer en la que se convirtió hoy.

—En el mes de la mujer, cada vez más se habla de empoderamiento. ¿En qué momento o situación de su vida se sintió poderosa? ¿Dónde cree radica el poder de las mujeres?

—La palabra empoderamiento ya me hace ruidito, empezó a sonarme a cliché. Si bien entiendo perfecto el espíritu de la palabra en el contexto de las luchas feministas, yo no necesito la validación externa para sentirme más o menos “poderosa”. De hecho, te diré que lo más cerca que me he sentido de ese concepto tiene que ver con conquistas muy personales. Yo misma contra mí misma. Me siento poderosa cuando mi mejor versión como persona y como profesional supera a la peor versión. Hablo por mí exclusivamente. Ahora, desde una perspectiva colectiva y en el marco de un #8M, entiendo al “poder” como la libertad para decidir cómo quiero vivir mi vida, qué desafíos quiero asumir, qué horizontes trazarme y qué costos estoy dispuesta a asumir por mis decisiones. Pero que esos “costos” no sean peajes que remitan a las inequidades que todavía persisten por cuestiones de género. La lucha por la igualdad de oportunidades, por la reducción de las brechas salariales, por el acceso real a cargos de poder donde se toman las decisiones importantes y se definen las políticas públicas, por ahí entiendo que va la construcción de un mundo mejor. Pero siempre en clave de cooperación con el hombre, no en guerra.

—En los ámbitos en los que usted se desempeña (TV, radio, arte, teatro), ¿considera que se ha avanzado en cuestión de igualdad de oportunidades para las mujeres?

—Si pienso en el arte, las mujeres definitivamente lograron salirse del lienzo y de su mera función de “musas inspiradoras” para tomar el pincel y liderar movimientos y narrativas artísticas recién en el siglo XX. De “representadas” a “representantes”, fue un camino largo. Sin embargo, en el mercado del arte, los estudios insisten en que las obras de mujeres artistas todavía se suelen cotizar menos que las de los hombres (a igual trayectoria y renombre, por ejemplo). Y acá es fundamental que las políticas culturales promuevan acciones inclusivas que visibilicen y promocionen la trayectoria y la obra de mujeres.

—¿Qué fue lo que más le ha dolido sacrificar para estar donde está hoy?

—No siento haber “sacrificado” nada. Es una palabra fuerte. En todo caso, tuve que tomar decisiones, algunas más difíciles que otras, pero siempre en pos de algún proyecto más valioso para mí. La tranquilidad de mis hijos, por ejemplo. Mi propia paz mental. O por una cuestión de ahorro de energía o focalización en algún objetivo superior.

—Es una mujer multifacética que ha logrado mantenerse en el tiempo en el medio televisivo, además de lucirse en otras áreas como el arte, la radio, la pintura, el teatro. ¿Se siente una mujer exitosa?

—No me gusta medirme en los términos de la mirada del afuera. Sí me reconozco multifacética, trabajadora, independiente y con agallas para enfrentar desafíos siempre. Y reconozco y agradezco la generosidad de los públicos que me acompañan y valoran mi trabajo. Pero el éxito para mí tiene otras dimensiones. Y te lo podré decir recién al final del cuento. Porque antes que cualquier otra cosa, soy madre. Es el rol que más sentido le ha dado a mi vida. Y todavía tengo mucho que aprender y que dar en ese plano.

—A sus 50 años, ¿cómo vive el amor? ¿Prefiere estar sola y en paz que estar en pareja por el solo hecho de no estar sola?

—Es que la soledad tiene mala prensa. No siempre es un “otro” el que está llamado a llenar los espacios. Estar sola (no en pareja) no supone soledad. Y en cualquier caso, yo amo mis espacios en “soledad”. ¡Nunca están vacíos! Están llenos de creatividad, de diálogo interior y de reflexión. ¡Y resulta que me caigo bien a mí misma! (risas). Eso no significa que no esté abierta a una nueva relación, pero se dará cuando tenga que ser. Claro que me gustaría estar en pareja, pero no lo necesito para estar bien. Valoro más que nunca la paz mental.

—¿Cuál es el mayor aprendizaje que le enseñaron sus hijos?

—El amor incondicional. Ese amor que pide pista desde el momento en que los ves por primera vez, pero que también te lleva por aprendizajes insospechados sobre nuestros propios límites y fortalezas.

—¿Se podría decir que las charlas con amigas y pasar tiempo con ellas es la mejor forma de hacer terapia?

—¡Sí, claro! Porque somos todas locas de la guerra, entonces nos entendemos a la perfección y no tenemos que pagar por el diván (risas). Mis amigas son una de mis mayores bendiciones. Y tengo varios grupos y todas son “espaciales”. Y digo espaciales y no especiales porque nos refugiamos en un espacio propio, paralelo, en el que la risa, el llanto y el acompañamiento hacen de nuestras vidas un viaje mil veces mejor. Las amigas de verdad son raíz, identidad, roca sólida.

—Pasando raya, ¿se siente orgullosa de la mujer que es hoy?

—¡Para qué te voy a decir que no si es sí!

Fotos: Mayu Capote.
Texto: María Noel Álvarez.
Agradecimientos: Hotel Hyatt Centric; Panthai.

Victoria Rodríguez


 

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